sábado, 29 de octubre de 2011

¡HALLOWEEN!

Mons. Mario Moronta
Obispo de San Cristobal

En estos días, desarrollando un afán consumista, muchos negocios y, sobre todo discotecas o centros así denominados “nocturnos”, hacen una gala de invitaciones a “celebrar” el así denominado “Halloween”. Esta es una especie de celebración propia de los pueblos nórdicos y anglosajones, que rememoraría un culto antiquísimo, de origen pagano y que tiene que ver con algunos espíritus del mal. En su evolución, se le ha denominado “noche de brujas”, presentando imágenes grotescas de “seres especiales” que no han existido. Una cosa es la brujería que se practica y que va contra todo tipo de creencia sana en Dios, y otra es esa manifestación de ciertos seres –ficticios- que harían referencia a espíritus malignos o del mal. Aunque ambos casos tienen el mismo denominador común.
En algunos países de origen anglosajón, se le conmemora como una especie de fiesta de disfraces. Es un elemento cultural, sincretista, de esos países. Lamentablemente, por un proceso de transculturización, se ha venido implementando y promoviendo en muchos otros países de otras culturas. Se habla de estar al día o a la moda. Pero no tiene nada que ver con ninguna raíz cultural de nuestros pueblos, como es el caso de las naciones latinoamericanas. Se han venido imponiendo como si fuera un logro. Sin embargo, todo ello encierra un mensaje subliminal: lo que se estaría celebrando es la personificación de la maldad. Por eso, incluso hay quienes ven en estas manifestaciones una especie de culto satánico.
Y en el fondo, sí hay algo de ello. En primer lugar por querer darse una exaltación de la maldad. Aunque pareciera un juego o una especie de carnaval. Y, en segundo lugar, por la forma de realizarse la así denominada fiestas de brujas. Todo ello está rodeado, al menos, en nuestra sociedad, de materialismo, sensualismo y consumismo. No deja nada. Podría hablarse de una cierta inocentada… “No hay nada de malo en celebrarlo… total sigo creyendo en Dios”. Pero es que creer en Dios significa eso: “creer en Dios” y, por tanto dejar a un lado todo aquello que se contradiga y, sobre todo desvirtúe tanto el bien como el sentido de la trascendencia. Hay muchos que piensan que no hay nada de malo… hasta se ven colegios o escuelas que la celebran, por estar al día o a la moda… y entonces, se comienza a desvirtuar ya la mente de los niños y adolescentes. Tiene sus consecuencias, aunque muchas veces no se perciban de manera inmediata. Lamentablemente, también en muchas de esas fiestas se mezcla el alcohol (con sus secuelas de embriaguez y otras cosas) y la droga. Los resultados se pueden hasta medir. Por ejemplo, el pasado año -2010- de acuerdo a las estadísticas y a las reseñas de los periódicos, todas las muertes violentas que hubo en esa noche de brujas celebrada en la ciudad de San Cristóbal fueron de jóvenes que habían participado en diversas fiestas en discotecas y centros nocturnos… ¿Coincidencia? Es para pensarlo.
Un cristiano, que se define como seguidor de Jesús y de los principios del Evangelio, no debe participar en ese tipo de celebraciones. Su centro es la Persona de Jesús, que le revela el amor del Padre Dios. Y, como nos enseña el evangelio, entonces no podrá servir a dos señores: o se decide servir a Dios o al demonio y el mal… pero no a los dos a la vez. Hay muchas formas de enfrentar esta tentación de la celebración de la noche de brujas. En algunos lugares se organizan “fiestas de la luz” (hay quienes las denominan “explosión de luz”). Es una manera…. Pero no hay que quedarse en ello. Se puede correr el riesgo de quedarse sólo en una expresión externa de alabanza. No se le pueden considerar como el “antihalloween”.
El mejor modo es con la reafirmación de la fe, a través de la evangelización, de los sacramentos y de la opción decidida por Jesús, el Señor y el verdadero liberador de la humanidad. Si esto se tiene muy en cuenta, entonces esas manifestaciones comunitarias orientadas a reafirmar la luz de Cristo frente a la oscuridad de la “noche de brujas” no se quedarán sólo en expresiones esporádicas y compulsivas, sino tendrán un sentido mayor: será una forma particular y puntual de profesar la fe en el Dios de la Vida y del Amor, que no quiere el mal sino la salvación de la humanidad.
Hoy, cuando en nuestra sociedad queremos reaccionar ante tanta violencia y tanta apología de la maldad y de lo negativo, hoy cuando nos quejamos de que se va perdiendo la práctica de los valores fundamentales de la conducta humana, hoy cuando comprobamos una descomposición moral… no podemos darnos el lujo los cristianos de “celebrar” la noche de los espíritus feos y malignos, y menos darle un sentido diabólico a ello. Es más bien el tiempo, como siempre lo ha sido, de pensar que todo ha sido hecho de nuevo –la nueva creación- gracias a Jesús, que nos ha invitado a ser hombres nuevos-mujeres nuevas que optamos por su seguimiento que nos conduce a la luz de la salvación en la eternidad del encuentro con el Padre Dios.

viernes, 28 de octubre de 2011

Lanzamiento de Maracaibo como sede del CAM4Comla9

Homilía de
Mons. C. Oswaldo Azuaje Pérez
Obispo Auxiliar de Maracaibo


Queridos Monseñores: Roberto Luckert, William Delgado y Jesús Alfonso Guerrero… Sacerdotes, religosos, seminaristas y laicos en general, Queridos hermanos todos, en este día domingo en que celebramos el día mundial de las misiones “DOMUND”, hacemos el lanzamiento de un congreso misionero, evento importante en el camino de la evangelización de nuestra Iglesia local, nacional, y de toda América
Comienzo con una frase de los obispos de Latinoamérica reunidos en Aparecida (Brasil) en el año 2007: “Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo”. (Aparecida 29). Este fue el modo en que se expresaron los habitantes de Tesalónica para que San Pablo, el apasionado de Cristo y apóstol de los pueblos, los felicitara y pusiera de ejemplo para otras comunidades.: ”ustedes han aceptado la palabra de Dios en tal forma, que han llegado a ser ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya, porque de ustedes partió y se ha difundido la palabra del Señor; y su fe en Dios ha llegado a ser conocida, no sólo en Macedonia y Acaya, sino en todas partes; de tal manera, que nosotros ya no teníamos necesidad de decir nada”.
Hoy la palabra de Jesús nos renueva el recuerdo de un precepto del antiguo testamento: el amor a Dios. Él une el amor a Dios y el amor del prójimo. Son dos amores que en el cristiano son inseparables. El amor que se conoce por experiencia se trasmite y se comunica. Es por este motivo que la Iglesia en este domingo de manera especial quiere que recordemos y respondamos a la imperiosa necesidad de comunicar la verdad total de aquellos hombres y mujeres que aún no conocen a Cristo. En este contexto es importante recordar las palabras del Apóstol San Pablo “¿cómo conocerán a Jesucristo si no hay quien les predique?”. Por ello la Iglesia, no deja de invitar a todos los bautizados y muy especialmente, a aquellos que han recibido el llamado de Dios a ser misioneros, a ser portadores del amor divino en aquellos lugares donde aun Jesucristo no es conocido, una invitación a responder con generosidad a la llamada de Dios, entregando a los demás el amor que han recibido de Dios: “haz crecer ese don que has recibido” (Carta de San Pablo a Timoteo 1.6).
Luego de Aparecida , el mayor acontecimiento a nivel eclesiástico continental vivido hasta ahora fue en 2008, el Tercer Congreso Misionero Americano CAM 3-Comla 8, que tuvo lugar en la ciudad de Quito (Ecuador), del 12 al 17 de agosto de 2008, con el tema “La Iglesia en discipulado misionero” y el lema “América con Cristo: escucha, aprende y anuncia”.
Su excelencia Mons. Ubaldo Ramón Santana Sequera –nuestro arzobispo metropolitano-, en nombre de la Iglesia que peregrina en Venezuela, aceptó en Ecuador, en la misa de clausura del CAM 3-Comla 8, la sede del CAM 4-Comla9. El Cardenal Antonio González Zumárraga +, Presidente de la Comisión Central del Tercer Congreso Americano Misionero, en discurso emotivo, entregó simbólicamente la sede del próximo CAM, a Su Excelencia Mons., Ubaldo Ramón Santana, Arzobispo de Maracaibo y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. Desde entonces, nuestra ciudad con su arquidiócesis representa a Venezuela. La Conferencia Episcopal Venezolana y las Obras Misionales pontificias se dieron a partir de aquel momento a la tarea de organizar el itinerario. Este ha sido un tiempo de gracia de Dios para esta Iglesia que nos lleva a estar despiertos a los signos que el Señor nos está regalando.
El Santo Padre ha querido que el lema del DOMUND de este año sea: “Así les envío yo a ustedes (Jn20,21)”. Y yo como padre y pastor en esta Iglesia que peregrina en Maracaibo también les digo a todos: vayamos y ayudemos a enviar. Desde sus inicios la Iglesia, fiel al mandato misionero de Jesucristo, hizo suyo este mandamiento: “vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (28,16-20), ha respondido con el testimonio de una gran cantidad de hombres y mujeres que han consumido sus vidas para continuar la misión y el deseo de Jesucristo: “que todos sean uno como tú y yo somos uno” (Juan 17,21). Y con Él y en Él, asumir la conciencia y el compromiso del mandato misionero de Cristo de “hacer discípulos a todos los pueblos” (Mt 28.19).
Siendo la actualidad una época fuertemente caracterizada por el avance y por el acceso inmediato a los medios de comunicación, parecería contradictorio pensar que aun existan personas que no conocen a Jesucristo, es decir, que todavía haya “tierras de misión”. En realidad, la naturaleza misionera de la Iglesia, la de todos los bautizados no se reduce a la “missio ad gentes” (misión hacia todos los pueblos). Toda la Iglesia por naturaleza es misionera, así nos dice el Concilio Vaticano II (AG 2). Ella es enviada hacia todos y cada uno de los hombres, misión orientada a ayudar al hombre a descubrirse hijo en el Hijo de Dios, Jesucristo Nuestro Señor. No olvidemos que todos somos Iglesia y que todos los servicios en el amor que ella realiza, aunque se diferencien por los diversos carismas y ministerios, se dirigen a la evangelización.
Familiares, vecinos, incluso los de al lado de nuestras casas, en los colegios y liceos, ¿qué decir de las universidades? Son tierra de misión. Es allí donde el Señor nos está llamando a llevar su mensaje, es a esos ambientes que frecuentamos a diario donde el Señor nos dice, como le dijo a los judíos en el libro del Éxodo, que acabamos de escuchar, que no se puede excluir a nadie, que a todos se les tiene que acercar al gran amor de Dios y mostrar su misericordia, que a través de ese amor misericordioso de Dios se puede llevar el resto del mensaje evangélico. Es un llamado a los adolescentes y jóvenes, y a los no tan jóvenes: no te dejes atrapar por un ambiente en donde no se respire a Cristo, en donde no se sienta su presencia, Jesucristo no es un Dios triste, es alegre y entusiasta; traten ustedes más bien de atraer hacia ese Jesús siempre amigo, siempre alegre a todos los que los rodean, llevando adelante la misión “inter gentes” (entre los otros).
La Iglesia, consciente del llamado y envío misionero, no se limita con el ir a las “tierras de misión”. Ella nos recuerda que todos y cada uno de los bautizados somos y estamos llamados a ser reflejo de la presencia viva de Jesucristo en donde quiera que estemos, en la casa, en el trabajo, en la escuela, ser testigos del amor de Jesucristo. Todos estamos llamados a ser testigos del amor divino, que nos ha amado primero, llamados a encarnar en nuestras vidas las palabras de Jesucristo.
La Iglesia de Maracaibo a lo largo de su historia ha respondido a este llamado misionero con sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares que se encuentran en “tierras de misión”, y necesitamos rezar mucho para que su entrega sea fructífera y perseverante en los éxitos y en las dificultades. Sigamos pidiendo al Señor de la mies, que siga enviando operarios a esta mies para que acompañen y lleven la buena noticia de Jesús a todo el Pueblo Santo de Dios, y con la disponibilidad de ir a donde el Señor llame.
No obstante, esta imperiosa necesidad de misioneros ad gentes, como se les llama, no debemos olvidar la urgencia de ser misioneros en nuestros propios hogares, el dar a conocer a Cristo en nuestras familias, a nuestros amigos y toda la gente que nos rodea, todos los bautizados estamos inmersos en este llamado y deseo divino, de que todos los hombres y mujeres, conozcan y se sientan amados por Dios, por ello debemos pedir constantemente que más hombres y mujeres respondan a la invitación divina de “dejar todo” y seguir a Cristo en aquellos lugares donde aún Jesucristo no es conocido.
Estamos llamados a colaborar espiritualmente con nuestras oraciones y sacrificios espirituales para que los misioneros den con alegría y fidelidad su vida. Sintamos la invitación a ayudar materialmente para que estos misioneros se consagren a tiempo completo en la misión que han recibido: ser puentes entre Dios y los hombres. De esta manera la Iglesia responderá al mandato misionero que Jesucristo nos dejó: “vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,16-20). Junto con la misión de enseñar también debemos transmitir el mensaje del Amor que el Señor nos regala hoy en su evangelio.
Con mi bendición en Cristo nuestro Señor y la Santísima Virgen María de Chiquinquirá, nuestra amada Chinita, cuya fiesta celebraremos pronto. Amén.
22 de Octubre, 2011

jueves, 20 de octubre de 2011

DECLARACION DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA ANTE LOS VENIDEROS PROCESOS ELECTORALES

1.- Los Arzobispos y Obispos de Venezuela, reunidos en la XLII Asamblea Plenaria Extraordinaria, saludamos con afecto sincero al Pueblo de Dios que peregrina en Venezuela y a todos los habitantes de nuestra Patria. Queremos compartir con todos algunas reflexiones sobre un tema inquietante y de vital importancia para el presente y futuro de la nación, como es el largo proceso electoral que se avecina.
2.- Los Obispos somos conscientes de que como ciudadanos responsables y creyentes motivados por los valores del Evangelio, nuestra vocación cristiana y misión pastoral implican contribuir a que todos los ciudadanos seamos constructores de paz, de reconciliación y de entendimiento entre todos.
3.- Las elecciones en los años venideros son de gran relevancia: primero elegiremos al Presidente de la República (7 de octubre 2012), luego a los Gobernadores de Estado e integrantes de los Consejos Legislativos (16 diciembre 2012), y por último, a los Alcaldes y Miembros de los Concejos Municipales (el 14 de abril 2013).

EL VOTO UN DERECHO HUMANO PARA EL BIEN DE NUESTRO PUEBLO

4.- El avance de los derechos humanos a nivel universal ha incorporado el derecho al voto y el respeto de la decisión de cada uno, como uno de esos derechos, reconocido y protegido internacionalmente. La Doctrina Social de la Iglesia lo asume como una tarea inherente al ejercicio de la vida democrática e instrumento para preservar la paz y el entendimiento entre todos los ciudadanos.
5.- En ocasiones, los procesos electorales generan en algunos actores, una lucha y emocionalidad que requiere ser encauzada para evitar excesos, fanatismos, insultos, agresiones verbales o físicas, ventajismos, que, en el clima de polarización que vive el país, pueden conducir a actitudes poco cónsonas con la civilidad, racionalidad y respeto básicos que deben reinar por encima de cualquier diferencia.
6.- Las elecciones son para evaluar gestiones de gobierno y escoger entre propuestas alternativas, mandatarios responsables; así significan una oportunidad para demostrar la madurez cívica y el ejercicio de la soberanía popular de la población de un país. Ratificamos nuestro llamado acerca de la necesidad de garantizar que todos los pasos del proceso se desarrollen con el consenso y apoyo de todas las organizaciones que están involucradas. Por ello, sometemos a la consideración de todos algunos puntos que estamos convencidos pueden ayudar a crecer en ciudadanía, preservar la paz y avizorar un futuro de convivencia y desarrollo.

LAS ELECCIONES: UN DEBER DE PARTICIPACION DE TODOS CON RESPONSABILIDAD Y EFICIENCIA

7.- En efecto, es tarea de todos reforzar cuanto favorezca la paz para que se consolide una base sólida para la convivencia ciudadana. Este momento histórico exige crear y consolidar las mejores condiciones para que se fortalezcan el sentido ético, la tranquilidad y seguridad como responsabilidades que a cada uno nos toca.
8.- A los electores: somos seres humanos con dignidad inalienable, ciudadanos, hijos de esta tierra a la que nos debemos. Ser elector es un derecho y un deber. Participar supone interés por inscribirse, revisar su lugar de votación, animar a otros a que también lo hagan; pero todo proceso eleccionario exige un gran número de ciudadanos prestando una colaboración voluntaria, activa en la preparación, ejecución y preservación del voto. Los más jóvenes y nuevos electores deben ser animados por el ejemplo de los mayores en su responsabilidad ciudadana. Seamos proactivos y personas de esperanza. El país lo construimos todos. Y cada decisión, a través de los procesos eleccionarios, genera también responsabilidades ineludibles.
9.- Al Consejo Nacional Electoral: como ente rector de estos comicios tiene la máxima responsabilidad en la conducción del proceso electoral y por ello se le pide apego a los principios de igualdad, confiabilidad, imparcialidad y eficiencia, apegados a la norma constitucional, y se le debe ofrecer apoyo sincero y respetuoso para tal tarea. Un desarrollo sereno y transparente en todas las etapas contribuirá a fortalecer la paz y la convivencia de todos los venezolanos.
9a.- El Registro Electoral, en particular, debe ser depurado transparentemente. La inscripción en los consulados en el exterior debe garantizarse, así como superar los inconvenientes que han sido denunciados recientemente.
9b.- Se han señalado discrepancias en los criterios sobre la distribución de las mesas electorales. Es necesario disipar esas dudas. Mientras que en lugares muy poblados se concentran demasiados electores con los problemas típicos de colas interminables, en algunos lugares con menor densidad de población parece que hay un número excesivo de mesas.
10.- A los Miembros de Mesa: todo el pueblo espera el respeto a la voluntad ciudadana. Entre los actores electorales, los Miembros de Mesa siempre han jugado un papel específico, primordial e insustituible. Les exhortamos a participar con interés en esta noble responsabilidad, asumiendo la capacitación y el entrenamiento necesarios para que los procesos comiciales no dejen dudas en la ciudadanía.

OBSERVACION INTERNACIONAL

11.- Un gran apoyo a la tranquilidad y confianza del electorado, es que el CNE invite a las organizaciones internacionales especializadas en observación electoral. Dicha observación externa, plural, calificada e invitada a tiempo, favorece a todos, pues crea un clima de confianza que ayuda a preservar la paz. Tanto si los resultados ofrecen márgenes amplios como estrechos, este instrumento, usado hoy por la mayoría de los países democráticos, es un invalorable aporte a la concordia ciudadana.
12.- Los Obispos estamos al servicio del pueblo todo. Trabajemos juntos por la convivencia serena de todos los venezolanos. Es el mejor aporte que podemos dar en estos momentos. Las sugerencias que hemos señalado buscan que reine la paz en la justicia, la libertad y la verdad, en esta tierra de gracia. Elevamos nuestra oración al Dios de la paz y la misericordia para que todos nos comprometamos en un proceso electoral en el que sobresalgan la armonía, el respeto, la fraternidad justa convivencia. ¡Santa María, Reina de la paz, ruega por nosotros!
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Caracas, 19 de Octubre de 2011
Con nuestra bendición
Los Arzobispos y Obispos de Venezuela

sábado, 15 de octubre de 2011

Al Dr. Angel Lombardi

Andrés Bravo

Capellán de la UNICA

Paulo VI dice que el testimonio de vida es la mejor manera de anunciar el Evangelio de Jesús a la humanidad actual. Pues, la verdad se enseña mejor cuando viene de un maestro con autoridad. Esta virtud del verdadero maestro sólo es fruto de una existencia auténtica. Un cristiano no es ajeno a la misión de Jesús. Debe ser, por el contrario, la verdadera razón de su existir. Esto exige ser signo, modelo, ejemplo, donde hombres y mujeres encuentren a Jesús que es el Cristo en su manera de ser, pensar, sentir y actuar. Es, por otro lado, la única manera que la humanidad acceda al misterio al que estamos llamados.
Con estas sencillas líneas, deseo unirme, o arrimarme al menos, al homenaje que se le está ofreciendo al estimado Dr. Angel Lombardi. Humanista, historiador, educador y maestro, escritor y editor, político y muchas cualidades más. Yo deseo ofrecerle el agradecimiento como Iglesia, a un Laico que sirve a la humanidad con sentido trascendente. Admiro con sincero sentimiento, lo he expresado en otras oportunidades, a estos cristianos como el profesor Lombardi que asumen con integridad su condición de laicos ante la sociedad y, encarnado en su ambiente propio, testimonian su fe en una vida profesional competente, con excelencia y con un profundo compromiso social, sentido que se ha empeñado darle a la Universidad católica Cecilio Acosta, como su Rector.
Me honra servir a la Iglesia y a la humanidad bajo su rectoría, desde la capellanía y la docencia en la UNICA. Pero, me siento aún más dignificado cuando comparte sus responsabilidades, dándome participación y compromiso, confiando y valorando mi servicio. He gozado de su presencia, de sus conversaciones, de sus recomendaciones, de sus análisis sociales, políticos, económicos y universitarios. He aprendido de sus lecciones en conferencias, en sus libros y artículos de opinión e investigación. Muchas veces he aprendido de él a discernir mis pensamientos y mis actuaciones. Algunas otras veces he abandonado un proyecto para emprender otro, después de sus consejos y recomendaciones. Valora mis iniciativas y las acoge con toda libertad, así como mis opiniones expresadas en palabras o por escrito.
Desde seminarista me apasiona la doctrina social de la Iglesia, la he estudiado y la he enseñado. Gracias al Dr. Lombardi y muchos otros laicos comprometidos que Dios ha puesto en mi camino, he tenido un espacio en la universidad para promover y fomentar esta doctrina social. También con este insigne profesor, he podido seguir profundizando en el humanismo cristiano. Con sentido crítico de la historia, examina los signos de nuestros tiempos y se proyecta hacia el futuro, comenzando de nuevo al amanecer del día. Con él he aprendido a mirar profundo y lejos, a ser crítico y autocrítico, a romper y rehacer siempre, a tomar de las tradiciones y crear nuevos caminos. Rectificar para hacer mejor el trabajo.
Observo que el pensamiento y la vivencia de comunión y las iniciativas de paz, de diálogo interreligioso y cultural de Chiara Lubich y su movimiento Focolares, les han dinamizado su espíritu ya de por sí inquieto, activo y siempre abierto. Me atrevo a creer que se ha convertido en su inspiración en su lucha constante de construir la fraternidad universal.
Cuando se rinde homenaje a un una persona, aparecen las contradicciones. O se canoniza o se sataniza. El Dr. Lombardi es un ser humano, esa es su grandeza. Es peregrino en este mundo, se va realizando en la historia a la vez que hace la historia. Pero, cuando se ha sido protagonista, luchador y constructor, se encuentran siempre con aquellos que los adversan y aquellos que lo siguen. Yo lo admiro y valoro como una excelente persona.

HOMILIA EN LA EUCARISTIA DE ORDENACIÓN PRESBITERAL DEL DIACONO DIUVER MARTINEZ

Amados hijos e hijas del rebaño marabino:

Hace 519 años llegó Nuestro Señor Jesucristo, el gran bajel del Padre, a las riberas indoamericanas. Ntra. Sra. del Pilar fue su velamen y el soplo del Espíritu Santo entró en ella, desplegó todas las velas y al llegar a tierra firme las transformó en un manto maternal donde hemos venido a cobijarnos todos los hijos de este continente. América nació para Cristo. América es de Cristo Jesús. Hoy nuestra asamblea eclesial marabina recoge jubilosa uno de sus frutos: la ordenación presbiteral del Diácono Diuver Martínez.
He escogido este día festivo proclamado por la Iglesia continental día de la Evangelización de América para celebrar la segunda de las cinco ordenaciones presbiterales que Dios en su abundante misericordia ha querido regalar a nuestra Iglesia local. En esta oportunidad se trata del diácono Diuver Martínez, miembro de la extensa parroquia Buen Pastor, ubicada en el oeste de Maracaibo y perteneciente a la zona pastoral No 4. Saludo con cariño a su párroco el Padre Francisco Chaparro, a su familia y a toda la feligresía presente y los felicito por este nuevo fruto vocacional. Quiera Dios que la ordenación de hoy despierte en jóvenes aquí presentes el deseo ardiente de seguir a Jesús en el sacerdocio, la vida consagrada o misionera y se decidan a colocar sus pasos tras sus huellas.
La primera lectura nos coloca frente al misterio divino de la vocación del profeta Jeremías y de todos los elegidos de Dios. El texto sigue el formato tradicional en los llamados: misión-objeción-garantía-señal-envío. La vocación de Jeremías es una iniciativa de Dios. El Señor afirma haber conocido y santificado al profeta cuando aún no existía. Ya antes de haber sido concebido, estaba destinado a ser su profeta (Sa 139,13-17). Su misión no es algo superpuesto a su vida, como un añadido posterior, sino que está inseparablemente unida a su existencia. Es llamado a la vida precisamente para esa misión. El texto precisa además que no es enviado a Judá o a Israel solamente sino a todas las naciones. Es una vocación universal. Sin fronteras.
Ante tamaña decisión, Jeremías reacciona como todos los elegidos. Se siente hondamente indigno e incapaz. Asimismo reaccionaron Moisés, Samuel, Salomón, aplicándose asustados términos similares: No se hablar, Soy muy joven. Soy un muchacho. Soy un niño. Simón Pedro reacciona de igual manera cuando el Señor le pide que le siga. “Aléjate de mi, Señor, que soy un pobre pecador”. Indignidad, insuficiencia son los sentimientos que afloran inmediatamente en todas las personas a quienes el Señor se dirige. Ninguna persona es capaz de cumplir con sus solas fuerzas la misión que Dios le confía. Pero el Señor sale al paso de estos miedos y promete su presencia y asistencia. “Estoy contigo”. La presencia divina es más fuerte que cualquier temor humano. Esa es la presencia que va a habitar en ti, Diuver, sacramentalmente a partir de hoy. Serás un presencializador de Dios.
Para manifestar su presencia y darle confianza el Señor realiza un gesto asombroso con su profeta: “Alargó su mano y tocó mi boca”. Con este gesto el Señor lo purifica, le trasmite su autoridad y lo transforma en su embajador plenipotenciario. Al tocar su boca cura todo su ser y lo habilita para su servicio. Con cada uno de nosotros el Señor ha tenido un gesto personal que nos ha inspirado confianza y nos ha animado a seguirlo con determinación.
Por la ordenación sacramental el presbítero queda bajo la potestad de Dios. “Irás donde te envíe”. No es dueño de sus desplazamientos. “Dirás lo que te ordene”. No es dueño de sus mensajes. “Eres sacerdote eterno a la manera de Melquísedec” (SA 109,4). No es dueño de su tiempo. Dios le pide disponibilidad absoluta de sí mismo. Con los verbos conocer y santificar el Señor le da a entender además a sus elegidos que esa plena disponibilidad debe ir acompañada con una estrecha relación entre Él y su enviado, una relación que Jesús calificará una relación de amistad (Cf Jn 15, 13-15). Una relación profunda, con corazón indiviso, esencial para que le Señor le pueda ir revelando paso a paso el resto de la misión y cómo ha de cumplirla.
De la ordenación presbiteral brota una persona completamente nueva. Es el Señor el que lo constituye, el que lo envía, quien pone sus palabras en su boca. El sacerdote se transforma en un teóforo, en una nueva visibilidad de Dios. San Ignacio y los Padres apostólicos amaban presentarse de esta manera ante sus hermanos. Dios le pide a Jeremías que se vuelva su predicador a dedicación exclusiva y le exige para ello permanecer célibe (Jer 16,2). Asimismo les pide a sus sacerdotes ministeriales plena pertenencia, plena dedicación en una vida célibe. Una vida entera, totalmente dedicada a predicar y a cuidar el rebaño. El Señor quiere enviar ministros de labios quemados por el fuego de su Palabra con tal grado de entrega que les resulte corta la existencia para cumplir con su ministerio. Nunca nos alcanzará el tiempo para atender el rebaño en nombre del Señor.
El evangelio de San Juan que se acaba de proclamar describe las actitudes que Jesús el Buen Pastor espera de los que están llamados a representarlo y hacerlo presente como cabeza del cuerpo místico y conductor del rebaño eclesial. Por un lado han de cuidar de todo el rebaño en cuanto rebaño: mantenerlo unido, recogerlo en un solo redil, conducirlo a pastos abundantes, defenderlo del lobo exponiendo la vida si es necesario. Por otro lado han de personalizar su servicio y empeñarse en conocer cada una de las ovejas por su nombre y atenderlas de acuerdo a sus necesidades y situaciones, apegándose en todo al modelo propuesto por Jesús: buscar las descarriadas hasta encontrarlas, traerlas sobre los hombros, vendar a las heridas, robustecer a las flacas sin dejar de atender a las fuertes (Cf Ezequiel 34 y S. Agustín, Sermón No 34 de los pastores).
Somos responsables del rebaño y de cada oveja de ese rebaño. Tarea solo posible con la fuerza del amor de Jesús que el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones. Para entregarle su rebaño, Cristo le pide a Pedro un solo requisito: que lo ame y ame al rebaño hasta el extremo, es decir, hasta dar su vida por él (Cf Jn 13,1). Ese es el amor que el Señor le comunica a su sacerdote pastor y le pide ejercer en beneficio del rebaño-Iglesia y de cada una de las ovejas encomendadas. Misión que solo podemos emprender por mandato expreso del Señor, entrañablemente unidos a su persona y simultáneamente coyuntados unos a otros por los lazos de la incardinación eclesial y de la caridad fraternal. En la oración sacerdotal, el Señor Jesús nos revela que sin unidad fraterna la misión no alcanzará su finalidad: “Padre santo, mientras yo me voy a Ti, protege en tu nombre a los que me has dado para que sean uno, como tú y yo somos uno. Que sean uno y vivan unidos a nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,11. 21).
La vocación de Diuver al sacerdocio ministerial es un don que Dios le hace a nuestra Iglesia local para crecer en la fraternidad sacramental, la espiritualidad de comunión y la santidad comunitaria. La comunidad parroquial del “Jesús Buen pastor” ha sido uno de los semilleros vocacionales de nuestra arquidiócesis: P. Luis E Arrieta; P. Juan Navarro, P. Víctor Basabe, Hno. José Daniel (Hno. de San Juan de Dios), varias religiosas y consagradas han salido de allí. No hace mucho una joven religiosa, la Hna. Daily, hizo sus votos perpetuos en la Congregación de las Esclavas de Cristo Rey.
Simultáneamente con la vocación de Diuver nació también la experiencia de las comunidades de vida cristiana del Corazón Inmaculado de María con dos expresiones concretas: un instituto secular femenino, que cuenta hoy con 5 miembros y la Comunidad de vida Sacerdotal de la cual Diuver es cofundador, junto con el P. Miguel Ospino y el P. Rafael Márquez, que cuenta hoy con un buen grupo de seminaristas.
El 15 de septiembre de 2004, después de oración y discernimiento, di mi permiso para que iniciara, lo que en ese entonces se llamó la Sociedad de Vida Apostólica ADCIM (Apóstoles Diocesanos del Corazón Inmaculado de María) ad experimentum. Cinco años después, al evaluar su trayectoria, decidí redimensionarla para darle un perfil netamente diocesano. Fue muy valiosa para tomar esta decisión la iluminación teológica aportada por Mons. Juan Esquerda Biffet, quien nos visitó ese año para el congreso sacerdotal en Maracaibo. El pasado 15 de septiembre del 2009 la aprobé definitivamente bajo la figura de Comunidad de Vida Sacerdotal Diocesana.
Ese mismo año como fruto del año sacerdotal y con el propósito de promover y animar en nuestra arquidiócesis este tipo de experiencias de vida que alimenten la espiritualidad sacerdotal y su unión íntima con el Obispo y el presbiterio, publiqué una Carta Pastoral y más adelante unas orientaciones para facilitar su organización. La comunidad sacerdotal diocesana enriquece las múltiples expresiones asociativas que el Espíritu Santo ha ido suscitando en la Iglesia entre los laicos y los consagrados. Las asociaciones sacerdotales diocesanas se presentan como una referencia viva y testimonial llamada a enriquecer el presbiterio y a ser fermento de fraternidad sacramental en medio de sus cohermanos.
La Comunidad de Vida sacerdotal diocesana no es una copia de una comunidad religiosa. Es un error pensar que la llamada de Jesús a la vida en común se dirige solo a los religiosos. También los diocesanos están llamados a “seguir a Jesucristo y configurarse con El, Buen Pastor y guía de la Iglesia” a través de la vida en comunidad, viviendo en estrecha comunión con el Obispo; procurando un mayor cultivo de la vida espiritual, humana, vocacional, intelectual, pastoral así como el apoyo económico en la comunión de bienes. De esta manera, todos los miembros de estas comunidades: presbíteros diocesanos, y candidatos seminaristas, insertados en la vida en comunidad, rigiéndose por las orientaciones del Magisterio universal y local para este tipo de asociaciones de carácter diocesano (Cf. CIC. nn 278, 280; 245; 550. PO 8; Dir. 29), reafirman su compromiso de “ser signo personal, comunitario y sacramental de Cristo, Buen Pastor, Cabeza, Esposo, Siervo, Sacerdote y Víctima” (Cf. PO 12-18; PDV 27-30; Dir 57-67).
Hoy más que nunca, en un mundo secularizado, neopagano e individualista, volcado hacia el consumo incontrolado, a la idolatría del cuerpo, la búsqueda desenfrenada del placer hedonista y pansexualizado, se hace necesario redescubrir la importancia de la vida presbiteral fraterna. Es el antídoto recomendado para superar la dispersión, la soledad y el liderazgo autárquico y conuquista. La plataforma desde donde se alcanza mayor fortaleza y credibilidad para animar todos los procesos de vida comunitaria que exige la pastoral y la espiritualidad de comunión. La traducción evangélica actual de la “forma de vida apostólica” que llevó Jesús con sus discípulos. El medio más adecuado para cultivar, vivir y perfeccionar la caridad. Un buen camino para imprimir a todas las obras apostólicas e infraestructurales, muy buenas y necesarias sin duda alguna, un verdadero espíritu eclesial y un hondo sentido sobrenatural. Una puerta abierta e inspiradora para vivir una experiencia espiritual auténtica, con la sabia regulación propuesta por la Iglesia universal y por los estatutos y normas internas aprobados por la Iglesia local.
Esta ordenación presbiteral de un hijo de esta Iglesia local que ha decidido con mi aprobación enrumbar su vida junto con otros hermanos por estos senderos me brinda la oportunidad para bendecir al Señor por tan gran don. No es la panacea universal para todos los males sin duda y deja abiertas otras vías legítimas para la vivencia de la fraternidad sacramental pero nos ayudará a llevar a la práctica las grandes enseñanzas conciliares del Vaticano II y del Concilio Plenario de Venezuela que nos piden la edificación de una Iglesia sacramento de comunión y de salvación universal. Sigue siendo decisivo para los hombres de hoy, aplicados a la vida de los presbíteros, el “vengan y vean” de Jesús a sus primeros discípulos y el “Miren cuanto se aman” de los tiempos apostólicos.
Actualmente, existe también la Comunidad de vida Sacerdotal “Emaús” que surgió a la luz de la experiencia de Adcim y hace casi un año. Sus miembros recorren su propio camino también en fase experimental. Son sin duda nuevos signos de los tiempos a los que debemos estar atentos para saber interpretarlos en clave evangélica y asumirlos en nuestras instancias eclesiales. Quiera el Señor que surjan otras experiencias que ayuden a fortalecer la centralidad de la Iglesia local, a acentuar la diocesanidad como principio unificador de todos los ministerios, carismas y servicios, a animar a los presbíteros a descubrir en la fraternidad sacramental un factor fundamental de su identidad y un camino seguro para alcanzar la santidad en la caridad pastoral.
En este camino nos precede la Virgen María que se hizo discípula de su Hijo, deseosa de formar parte de la nueva familia del Reino, conformada no por lazos de carne y sangre sino por aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica (Cf Mc 3,31-35). Cuando su hijo abandonó el hogar para salir a cumplir con los asuntos de su Padre, es muy probable que ella se uniera al grupo de mujeres que asistían y ayudaban al Señor y a su grupo de discípulos (Cf Mt 27,55-56). Después de la muerte y resurrección de Jesús, es Ella es la que reúne a los apóstoles y discípulos en el Cenáculo en intensa oración y en la espera del cumplimiento de las promesas divinas (Cf Hech 1,14) y forma con ellos el primer núcleo de la comunidad de Jerusalén, desde donde saldrán a hacer nuevos discípulos y a evangelizar el mundo (Cf Mt 28,20). Es dentro de su corazón inmaculado que con inmensa ternura y firmeza coloca este nuevo hijo suyo sacerdote para enseñarle a conformar todo su ser, su vida y sus acciones con Jesucristo, su Hijo el Buen Pastor. A quien sean dados todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amen

Maracaibo 12 de octubre de 2011, fiesta de Ntra. Sra. del Pilar

+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo

domingo, 9 de octubre de 2011

HOMILIA EN LA MISA DE ORDENACION PRESBITERALDEL DIACONO WILMER OLANO

Reverendo Padre Eudo Rivera, vicario episcopal de la Vicaría Norte

Reverendo Padre Guillermo Sánchez, párroco de San Rafael de El Mojan
Sacerdotes concelebrantes; Diáconos permanentes y transitorios
Consagrados y consagradas
Diácono Wilmer Olano y familia
Autoridades municipales presentes


Muy queridos hermanos y hermanas en el Señor Jesús


Con la ordenación presbiteral de Wilmer Olano se cumple nuevamente la promesa que brotó de los labios de Jesús. “Oren al dueño de la mies que envíe trabajadores a su viña”. Hemos obedecido el mandato de Jesús. Hemos orado insistentemente al dueño de la mies, y El ha oído las plegarias de su pueblo y ha enviado a nuestra Iglesia local cinco nuevos sacerdotes ministeriales. ¡Bendito seas, Padre Santo! Con el salmo responsorial de esta celebración te decimos: “¿Cómo te pagaré, Señor, tantos favores? Alzaré el cáliz de salvación invocando tu nombre” (Sa 115).
En esta oportunidad he querido realizar cada una de las ordenaciones, en cuanto posible, en cada una de las parroquias de los ordenandos para darle la oportunidad a cada comunidad local de experimentar la gracia de este sacramento y vivir un momento fuerte de llamado vocacional. Por eso estamos reunidos esta tarde en este templo parroquial de San Rafael de El Moján para celebrar la primera de ellas. Con toda la feligresía marense, con la familia de Wilmer y la Vicaría Episcopal Territorial Norte presento al Señor Jesús este siervo suyo para que la fuerza de su Palabra salvadora lo consagre definitivamente y para siempre a Dios como sacerdote ministerial y lo haga crecer en la gracia del Espíritu Santo.
Al ver a este joven diácono delante de mí, rodeado de sacerdotes, seminaristas, diáconos permanentes y transitorios, catequistas y de la feligresía lugareña compruebo con alborozo cómo el Señor sigue realizando hoy y aquí la llamada que le hizo a sus primeros discípulos para hacerlos apóstoles suyos y mantener así viva la misión de la Iglesia a lo largo de los siglos. El Señor Jesús quiere que dónde él esté, esté también su servidor. Antes de subir al cielo Jesús envió a sus discípulos y les dijo:
El que recibe la ordenación presbiteral ha alcanzado sin duda una de las metas más ansiadas de su vida. Se ha preparado largamente para ello. Ha sido acompañado por la oración de su comunidad, el cuidado pastoral de los formadores del seminario, el apoyo de sus párrocos, sacerdotes y religiosos amigos. La Iglesia considera importante este largo proceso de preparación porque la gracia del sacerdocio debe encontrar en cada candidato un terreno bien abonado y preparado para germinar, crecer, madurar y producir abundante fruto.
Pero con la ordenación sacerdotal no termina todo. Al contrario: es cuando empieza todo. Ante el nuevo sacerdote se abren de par en par las puertas de una nueva y formidable misión. El mismo al principio no logra realizar plenamente lo que le está ocurriendo. Pero poco a poco, a medida que va asumiendo su nueva misión y va respondiendo con docilidad a los requerimientos propios de su ministerio se van precisando los contornos de la belleza de su vocación. Entonces es cuando va descubriendo embelesado cómo el Espíritu Santo reposa sobre él, cómo va penetrando en todo su ser ese precioso y santo crisma derramado en sus manos, con qué fuerza y determinación el Señor le va recordando que es su enviado, que le toca continuar su misión, que le confía una parte de su rebaño, en estrecha comunión con su obispo, para que lo apaciente con SU amor. ¡Es realmente hermosa la vocación sacerdotal! Solo se enamora de ella quién la vive y la experimenta en su cuerpo, en su alma y deja que Aquel que lo ha llamado se introduzca en todas las dimensiones de su personalidad.
Al final de todo este proceso de enamoramiento y de identificación con la persona de Cristo, con el cuidado de su rebaño y con la integración dentro del colegio de sus hermanos sacerdotes, surge una nuevo ser: ¡otro Cristo!; una nueva persona alegre, aplomada, de corazón indiviso, que no siente la necesidad de compartir ni su vida ni su amor con una persona en particular porque todo en él lo llena Jesucristo. No tiene otro oficio que su misión, otro destinatario que su rebaño, otro ideal que la construcción de su Reino. Entonces se revela que el celibato lejos de ser una imposición, una constricción o una limitación es una liberación que produce en el que lo asume gozo, entrega, vitalidad y dedicación de todas las energías a lo que realmente vale la pena en su vida. Ese servidor será feliz porque estará donde debe estar, estará donde está su Señor.
El varón que accede al sacerdocio con esta decisión empuña el arado con firmeza y no mira nostálgico hacia atrás (Cf Lc 9,62) porque tiene sus ojos clavados en Jesús, autor y perfeccionador de su fe (He 12,2). Solo con la fuerza de esta atracción, siguiendo el ejemplo de los primeros seguidores y de Pablo, puede dejar el cayuco en la orilla, soltar las redes que lo tienen ocupado y lanzarse mar adentro en busca de otras pescas (Cf Lc 5, 1-11). Solo que el que ha sido conquistado por Cristo, olvida todo lo que deja atrás y se lanza con decisión y sin temor hacia los nuevos mares del Reino de Dios. (Cf Fil 12-14). “Pongan sus ojos en El, que por su encarnación es el revelador supremo de Dios al mundo y por su resurrección es el cumplidor fiel de su promesa. Denle gracias a Dios por esta muestra de predilección que tiene con cada uno de ustedes” (Benedicto XVI, Discurso a los seminaristas en la JMJ, 20-08, Madrid).
El sacerdote ministerial está llamado a consagrar su vida entera a cumplir una misión que le desborda porque Dios se la confía a través de la Iglesia. Se tiene que olvidar de si, morir como el grano de trigo que cae en tierra, dejarse esculpir dócilmente por Jesucristo para que el Señor se sienta verdaderamente representado, continuado, por ese nuevo servidor que se pone entre sus manos. Tiene que dejarle tiempo al Señor para que esculpa a su servidor según el agrado de su corazón.
Cuando el sacerdote bautiza, bautiza Cristo; cuando el sacerdote perdona en la confesión, perdona Cristo; cuando el sacerdote consagra en la misa, lo hace inpersonando a Cristo; cuando unge a un enfermo, unge Cristo Jesús. Esa es la verdad y la realidad objetiva que ocurre cuando un sacerdote actúa sacramentalmente. Pero nuestra configuración con Cristo no debe limitarse a esos momentos en que realizamos actos sacramentales. Más allá de esos momentos es toda la vida, con todos sus momentos, sus realidades y circunstancias las que deben llevar al sacerdote a una identificación tan profunda con el Señor que al final el sienta profundamente que no se pertenece: que es todo del Señor y que sus hermanos al verlo, vean en él una reproducción de Jesús. Mientras más se desposea de sí y más se deje habitar por Cristo Jesús más sacerdote suyo será. Cuando Pablo dice: “No soy yo quien vivo: es Cristo quien vive en mi” Gal 2,20) no se refiere solo a una experiencia puntual sino también a un ideal a alcanzar, a una meta que nunca se agota.
La suma y síntesis de todo cuanto he dicho se encuentra en la Santa eucaristía, el corazón y centro de todo el sistema sacramental. Allí encontramos la expresión real de lo que significa para Jesús entregarse incondicionalmente por todos sin excepción alguna para que justos y pecadores, renegadores y traidores, miedosos y cobardes, judíos y paganos alcancen el perdón de sus pecados y entren en el gozo de la vida abundante. Es en este sacramento que presidirás de ahora en adelante por pura misericordia y sin mérito alguno de tu parte, donde encontrarás la fuente y la escuela de tu donación total, donde vivirás el encuentro personal y eclesial con aquel te ha llamado, te ha redimido y te ha confiado su misión.
El Señor entrega su cuerpo y su sangre para la salvación de todos y el perdón de sus pecados. El sacerdote no tiene nada más importante que entregarle al mundo que el cuerpo y la sangre de Jesús. Allí están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia. Sumérgete en ese sacramento porque solo zambulléndote en su misterio podrás ir descubriendo la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor que Jesús te tiene a ti y a toda la humanidad (Cf Ef 3,18-19). De todo lo que eres y tienes, no existe nada más importante que compartir con los demás el amor de Dios hecho presencia y vida en Jesucristo. Es de este misterio de amor que tienes que ser servidor. Estar donde tu Señor está.
En el cumplimiento fiel, gozoso, fecundo de tu ministerio encuentras una fiel aliada en la persona de la Virgen María que hoy celebramos en la advocación de Ntra. Sra. del Rosario. Aprende de ella su silencio interior, su permanente oración, su escucha atenta y dócil a la Palabra divina para ponerla en práctica así como su humilde y fuerte disponibilidad para cumplir los designios divinos. Déjate moldear y conducir por ella para que aprendas a ser apóstol de Jesús su hijo, “compañero de viaje y servidor de tus hermanos los hombres” (Benedicto XVI ibíd.). Ella que reunió a los apóstoles en el Cenáculo en la espera del Espíritu Santo, te conducirá también a ti todas las veces que acudas a ella a ese lugar sagrado de donde brotó impetuosa la Iglesia de Cristo Jesús.
Quien ama a María ama a la Iglesia. Ama con María a tu Iglesia que es comunidad e institución, familia y misión, creación de Cristo por su Espíritu Santo y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados. Así lo ha querido Dios que no ha tenido reparo en hacer de nosotros pobres pecadores sus amigos e instrumentos de la redención del género humano.


San Rafael de El Mojan, 7 de octubre de 2011


+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo